sábado, 18 de octubre de 2014

Descenso.

Mi fili veni...   

        En su descenso a los infiernos no encontró nada más que la misma imagen miles de veces, pero de mil formas distintas. Y una vez subió, todo lo que llegaba a recordar era esa misma imagen repetida una y otra vez. Beatriz estaba por todos los lados, y el sueño, su viaje, aquel cielo, lo acabó de condenar.

-Ni el mismo cielo podría perdonarse a sí mismo por lo que me ha hecho.

    Su mirada era ceniza y carbón que aún abrasaba, una especie de calor condenado a morir pero que en su mente jamás perecía. Dante no era, ni por asomo, el héroe valiente capaz de ir en busca de su amada hasta el mismo paraíso.

-Sin embargo...

    Sin embargo quería hacer algo, algo en contra de toda aquella crueldad montada sobre una idealización falsa que condenaba a los vivos y a los muertos.

-Lo haré, lo voy a hacer,...

    La sangre parecía querer escapársele de las venas y sus ojos clamaban por una solución.

-Debo hacerlo... ¡Lo haré!

     Miró al vacío que representataba su habitación pobremente alumbrada por una vela en su escritorio, luego tomó la pluma y el tintero, dejando pasar unos instantes hasta manchar los papeles que había encima de la mesa:

         
                    "Nel mezzo del cammin di nostra vita 
                          mi ritrovai per una selva oscura 
                      che'..."

 PD: Lo que nunca supo, es que tuvo el efecto contrario.

2 comentarios:

  1. Brillante. Gran ovación a "La Divina Comedia", y muy bien merecida.

    Conforme más te leo, más me gusta tu manera de escribir. De verdad... Felicidades.


    María José Cabuchola Macario

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    1. Realmente, era una especie de reinterpretación rara y fuera del contexto de lo que es en verdad la Divina Comedia.

      De todas formas, agradezco mucho tu comentario :). Gracias ^^.

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