viernes, 31 de octubre de 2014

Niveles

          En una cafetería cualquiera estaba tomando un café mientras estaba absorta en sus pensamientos, viendo entrar y salir a la gente del recinto. De pronto, entró ella, vestida de manera informal con unos vaqueros y una camisa que le caía al lado. No la conocía y sin embargo le resultaba extrañamente familiar: no podía dejar de mirarla. Algo en su interior la obligó al terminar su café a levantarse e ir directamente hacia ella:

-Hola, he estado mirándote desde hace rato, soy...
-¿Qué?

(Se rompe)

          Su mano acarició lentamente la piel haciendo que su brazo se erizara. Un gemido. Un grito.

        
           Estaba en la biblioteca buscando aquel libro que le habían recomendado. Después de un largo rato recorriendo las salas, al final encontró la correcta. La habitación estaba vacía, pero no pareció importarle. Se dirigió a las estanterías y reanudó su búsqueda. Cuando lo encontró, las luces se apagaron y solo quedó la luz que entraba por las ventanas. Escuchó unos pasos que poco a poco se iban acercando hasta situarse detrás de su espalda.

-Te he estado buscando.
-¿Cómo?

(Se rompe)

        Ella estaba encima, mientras se mordía los labios tratando de refrenar aquella sensación que se apoderaba de todo su cuerpo. Un grito. Un gemido.


            Había ido a ver una antigua compañera. Risas, preguntas acerca de las expectativas y pocos consejos. Todo parecía continuar como si nada, como si su ausencia no hubiera afectado en nada aquel lugar. Ella se había ido, en cambio su antigua compañera continuaba allí, ofreciéndole una especie de conversación mundana que tapaba el vacío. No lo pudo soportar más:
-¿Cómo está Greta?
-¿Greta? ¿Quién es Greta?

(Se rompe)

      Sus labios se chocan y se muerden constantemente, con voracidad y sin ternura. Un gemido. Un grito.

  
         No conocía el lugar, pero no le costó encontrar la habitación en la que se encontraba. Había caminado por el pasillo observando el cristal de todas las puertas que iba dejando a un lado. Cuando la encontró, recostó su espalda contra la pared y la esperó. No tuvo que aguardar mucho, pronto ella salió por la puerta y también la vio:

-¿Qué haces aquí? No puedes hacerme esto, no puedes hundirme la vida de esta manera...
-¿Como tú lo has hecho conmigo?

(Se rompe)

       Estrujó sin piedad su seno y ella arqueó la espalda acercándose más. Un grito. Un gemido.


          Una al lado de la otra, sentadas en una mesa cualquiera mientras beben y ríen. Pero ella le da una bofetada y al instante la acaricia. La otra, tratando de recuperarse, la mira riendo y la besa pero, al instante, le da una patada en la rodilla. Ambas ríen, no dejan de reír, pero se ven lágrimas. No puede reprimirse:

-¿Hasta cuándo haremos esto?
-¿El qué?

(Se rompe)

        Y está metida en su entrepierna, mientras ella se echa hacia atrás y le aprieta su cabeza. Un gemido. Un grito.


          Están frente a frente, en un lugar que ninguna de las dos recuerda. No ríen, no hablan, son incapaces de hacer cualquier cosa que indique emoción. De súbito, ella le da un puñetazo en la cara, aturdiéndola y dejándola desorientada durante unos instantes.

        La arreprieta contra sí. Y gime.

         Cuando se recupera actúa de inmediato. Lanza un rodillazo que le da de lleno en la boca del estómago. 

        Se abrazan, se acarician, se besan, se arañan. Y grita.

         No tarda en devolverle el golpe y asestarle un codazo que la tumba en el suelo. Nota como unas diminutas gotas van resbalando por sus mejillas, pero no se detiene. 

       La invade, la penetra, la hace suya. Y gimen.

       Decidida consigue levantarse y empujarla contra el suelo. Las dos están llorando pero no pueden detenerse.
Y gritan.

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