lunes, 14 de marzo de 2016

Reflexiones a las 2 de la madrugada

Hacía tiempo que, hasta altas horas, no me quedaba despierta con este maldito cacharro encendido; escuchando una maldita canción que Caro me ha recordado (gracias, cielo). Llevo unas cuantas horas este fin de semana viendo debates y debates mezclados con las 3 primeras películas de Star Wars que, parece ser, han provocado una coctelera en mi cabeza de tres pares de cojones (por cierto, me tilda como incorrecta la palabra"cojones" el corrector ortográfico: censura). Y, como me aburro como una ostra y no tengo muchas perspectivas de dormir (y paso de seguir viendo más debates porque me estalla la cabeza), pues vamos a hacerle un soliloquio a la gente que entre en este lugar y ya veremos en qué termina.

Recapitulemos, acontecimientos importantes de este temprano 2016: La incertidumbre política nunca vista en España (mentira), aniversarios de despedidas (y dale), casos de corrupción (again and again), consolidación de relaciones y de economía (je, je. Lo siento Paco), nuevos horizontes con la fotografía (ahí vamos, aprendiendo) y, por último, nuevas formas de escribir y de pensar: que me importa tres pares de narices la sensibilidad de cierta persona que, honestamente, se acordará vagamente de que yo escribo.

Hablo muy en serio: desde que empezó mi historia de locos (mía, sí, solo mía y de nadie más; ni siquiera de ella. O eso dice) parece que el código del silencio se impuso en todo aquello que escribía. Claro, como era ella y precisamente ella una de las principales implicadas, cómo iba a atreverme, santo dios, a predicar mis vivencias deformadas, si ni siquiera era capaz de mirarla a la cara muchas veces. Y mira que me sentí tremendamente inhumana, monstruosa, frente a todo aquello (¿Tan malo es?); no quiero ni pensar lo que hubiese pasado si me hubieran dejado rienda suelta a mi libertad de expresión. Me encierran, mínimo, con finalización de contrato inmediato.

Y ahora, quién te ha visto y quién te ve, soy yo la que grita por poner NOMBRES aunque me siguen amarrando al terreno de lo políticamente correcto. Tal vez en unas horas más prudentes y sin achaques de insomnio y arritmias diría otra cosa, pero me toca la moral ese decoro que debo de tener cuando no se me ha concedido ni la deferencia de librarse de mí mirándome a la cara. Pero, remitámonos al mensaje: eres una más. QUE NO SE LE OLVIDE A NADIE, Y MENOS A MÍ.

Viendo la deriva que toma esto, no puedo hacer sino cerrar esta pataleta patrocinada por las recomendaciones de twitter (que conste, que me han provocado). Quiero terminar esto diciendo que, seáis mayores, pequeños; tengáis mi edad o me saquéis 20 años, lo mismo da; seáis altos o bajos, guapos o no, inteligentes o no, da igual lo que seáis; pero quiero deciros que, la vida está para vivirla: nos equivocamos muchas veces, más de las que querríamos, nos encontramos con marrones que no esperábamos, con puertas que no se abren y que no dejan ni ventanas para respirar, con injusticias que no se pagan (no, moza, no se pagan: "meec, error"), con toda esa mierda que en definitiva nos rodea. Pero, si tan solo un segundo, si tan solo un instante, dejamos de anestesiarnos con sueños y la propia realidad nos devuelve una sonrisa en forma de instante maravillosamente imperfecto, tened presente que el resto son pretextos para llegar hasta ahí.

T con esto nada nuevo para todos, buenas noches y hasta mañana. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario