jueves, 7 de julio de 2011

¿Qué me dices...

     Había flores en su aposento, en un lugar apartado, lejos de cualquier mirada curiosa que las pudiera marchitar. Todas las noches las cogía con cuidado y las acariciaba suavemente mientras recordaba el aroma que transmitían. Ellas parecían fuertes, sin demasiado orgullo, pero erguidas siempre aunque hubiesen perdido su antiguo olor. Seguían viéndose hermosas y brillantes, pero no daban ninguna fragancia. Sabía que cualquiera que las viera las despreciaría y las tiraría en el suelo. Pero ella las guardaba secretamente como el mejor de los tesoros. Las cuidaba con esmero, con la delicadeza con la que era capaz una madre de arropar a su hija. Pensó en quién le había regalado las flores. Sonrió, antiguamente las hubiese tirado sin ningún tapujo, pero ahora las abrazaba con todo el cariño que no era capaz de expresar hacia esa persona.

...si te traigo esta noche descalza, y te enseño con todos los labios, los matices...?

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