lunes, 14 de abril de 2014

Rutina olvidada

       ¿Por qué duele tanto enterarse de ciertas cosas... Por qué? ¿Por qué la vida es tan perra y me despierta para mostrarme algo que no quiero saber? ¿Por qué? No entiendo esto, no lo entiendo, no puedo entenderlo, y encima la persona que teóricamente me sujetaba me ha abandonado en pleno apogeo ( te lo agradezco mucho, caro).
      No lo entiendo, repito que no entiendo nada. La vida es una maldita broma creada por un ser aburrido y sádico que nos utiliza como muñecos. ¿COJONES, NO PUEDO ESTAR TRANQUILA? ¿NO VOY A CONOCER LA PAZ? ¿VOY A TENER QUE ACABAR CON MI VIDA PARA CONSEGUIRLA?
      Soy testigo, prescindible, pero testigo de la gran mayoría de cosas que no querría saber. Y todo parece atacarme con la fuerza de un huracán inmenso que me arrastra y me deja K.O.
      Necesito algo para recuperarme, alguna solución para resetear mi memoria, y lo que creía que me ayudaba ayudó, menudo sadismo, a crear el maremágnum en el que estoy metida. Y sí, ahora soy una maldita fatalista, exagerada, gilipollas, idiota e imbécil que lo único que quiere es vomitar todo lo que siente para tratar de quitárselo de encima sin comas y sin pausas.
      Amo, quiero, deseo, odio y grito como cualquiera, pero tengo el presentimiento que no reacciono como todos. Soy testigo, repito, de aquello que no quiero ver, de aquello que no quiero saber, y algo, alguien, se conjura para mantener mis ojos abiertos mientras me hace entrar a la fuerza toda esa información que SOBRA en mi vida. 
     Necesito un descanso, necesito una salida distinta a todo esto, necesito un maldito clavo al que agarrarme aunque esté ardiendo. Los cimientos se tambalean y me dejan como hacía tiempo que no me sentía: desolada, desesperada, gritando sin voz todo lo irracional que no alcanzo a comprender, saboreando el néctar amargo de verse ante verdades que duelen mucho más que la propia ignorancia e incertidumbre.
      No sé qué hacer, solo puedo desahogar esta emoción de esta forma. No hay más, pues mañana pondré la fachada en juego de nuevo, esa maldita fachada que se resquebraja por todos los lados, pero que, al menos, sirve para sujetar lo poco que va quedando de mí con cada embestida.


PD: Y van a ser 2 ya. Bendita rutina olvidada, te echaba de menos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario